La clase I es la más brillante y se requiere en los vehículos que necesiten viajar a una velocidad mayor que el límite de velocidad o en sentido contrario al tráfico.
La clase II se recomienda en vehículos que siempre viajan "con" tráfico y en un mismo rango de velocidad, así como para aplicaciones de estacionamiento durante el uso en autopistas.
La clase III se utiliza, en la mayoría de los casos, en interior para el manejo de materiales y para el marcado de áreas de precaución.
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